miércoles, 2 de febrero de 2011

Perradas

 Me siento joven , frágil ,sóla y abandonada en una gasolinera mientras mi dueño sonrie y se baja del coche y me mira con brillo de ojos a lo anime japonés y yo me quedo parada y cine de barrio allí sin saber que hacer, como reaccionar y la vida es muy injusta. voy a llorar. 
Es como si la vida diera tantas vueltas que nunca consigues estár de pie pese al efecto de la gravedad... o no lo sientes. No sientes la mejora que supone seguir respirando y si lo haces, no te conformas con ello. ¿Es malo acaso? Ser inconformista. Querer más cuando te dan más. Desear que te sorprenda el sol por la ventana y en tu rostro se dibuje una sonrisa. Y no pides mucho porque eres un cachorro que depende de su amo. Quizás eso sea lo más triste. Amar a distintos niveles. Los perros y los humanos nunca podrían comparar su amor y contabilizarlo por igual.
Y no estoy diciendo que tema el abandono. No por el simple hecho de temer por mi vida. Estoy seguro que podría sobrevivir a cruzar la autopista repleta de rápidos vehículos. Es más un asunto del corazón. Yo sería el culpable de que mi dueño me dejase de amar. Siempre soy yo. Tengo un ego que no me cabe en el corto cuerpecillo de perro. Un ego negativo que se vuelve contra mí cuando menos me lo espero. ¿Debería parar de reflexionar y comer un poco? ¿Quizás mover la colita o ladrar un rato?

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